El abrazo que no querés olvidar, la risa que llena el alma, la espera más especial.

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Esos abrazos, esas risas, esos miradas llenas de amor… Son momentos que, por más que vivas intensamente, se escapan entre los dedos.

La memoria humana tiende a suavizar, a borrar lo que más queremos recordar.

Según estudios, nuestro cerebro olvida el 50% de lo que experimentamos en los primeros 6 meses, y después de un año, ¡olvidamos hasta el 80%!

Y aunque creas que jamás olvidarás ese instante perfecto, la verdad es que, con el paso del tiempo, esos detalles se diluyen.

Es curioso, pero la mente humana tiene una capacidad limitada para almacenar lo que más amamos.

¿Recuerdas tu primer beso? ¿Las primeras palabras de tu hijo?

Esos momentos que creías que nunca olvidarías, a menudo se vuelven borrosos, perdemos detalles, como si no hubieran existido.

Parece irónico, ¿verdad?

Queremos atesorar lo más valioso, pero el tiempo y nuestra propia naturaleza nos traicionan.

¿Cómo evitar que estos recuerdos se desvanezcan? La respuesta es simple: inmortalizarlos.

Cada vez que capturo una imagen, no solo hago una foto, sino que te ofrezco una cápsula del tiempo.

Una forma de ir contra la corriente del olvido.

No es solo un momento congelado en el tiempo, es la posibilidad de revivirlo una y otra vez, con la misma emoción y detalle de la primera vez.

Porque los momentos más importantes no siempre son los que más recordamos, sino los que más sentimos.

Permítete sentir, vivir, y guardar esos recuerdos para siempre.

Vamos a crear juntos esos recuerdos que van más allá del tiempo.

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